Ya ves, que quiero ser tu otra mitad, pero de forma que tú no cambies. Porque estoy dispuesta a dejarme llevar por todas las contracorrientes, a saltar de cualquier precipicio, a caer, si es que se puede, en el abismo de un buenos días, cariño, voy a hacer el desayuno mientras tú finges que sigues durmiendo. 
Y a veces me teñiré de oscuro, de reproche inconsciente e instintivo, de herida abierta que sangra para luego echarte en cara cantidad de mierda.
A veces no podré evitar ser una jaula. Pero tienes que saber que luego será por la mañana, que las malas noches, las peores incluso, también se pasan, que estoy impregnada de alevosía entre todos estos versos.
Va a ser tan dificil que en muchísimas partes tendremos miedo. Y a pesar de todo eso, de que algunas lágrimas sí mojarán el camino, y a veces nos buscaremos en esquinas equivocadas, en labios distintos, en un azar caprichoso donde solo tendremos la seguridad de que ni tú ni yo vamos a cambiar nuestro molde para ser un final feliz en el postre de un cuento.




Porque ni yo puedo quererte y ser tu jaula a la vez,
ni tu vas a quererme si tienes que usar cadenas.